Nací en una ciudad pequeña de la provincia de Pichincha, pero salí de ella a fin de estudiar la carrera. En mis primeros años recuerdo ser una niña triste, solitaria, tímida e inconforme, aún con el nombre que habían elegido para mí, porque no iba acorde con lo que sentía. Ahora sé que ya estaba presa de la enfermedad. Ya como adolescente recuerdo ser una chica extrovertida, que buscaba la estimulación de otros para sentirse bien.
En mi adultez tenía la sensación de no pertenecer a ningún lado, sin norte ni sur, como si naufragara en ese gran océano que es la vida. Huía del amor porque era incapaz de dar o recibir afecto. Me casé con alguien con quien creí encajar, pero pronto mi vida se volvió ingobernable a causa de su alcoholismo; entre tanto, procreamos tres hijos. Llena de mucho dolor y convertida en madre de un alcohólico llegué a Al-Anon en donde me ofrecieron algunas herramientas, 36 principios y un Poder Superior, todo lo que me ayudó a anclarme en tierra firme.
Mi progreso sucede “Un día a la vez” y lo logro a través del servicio. Particularmente me gusta el cuarto paso porque encendió la luz en mi camino de obscuridad y revivió la flor marchita por esta enfermedad. Al fin encuentro mi “SER “y hago honor al nombre que eligieron para mí: “Luz Margarita”.
Margarita
Cayambe